- Buenos días, veo que viniste a por más – dijo Gorka desde
su cama
+ No, no solo vine a ver si estabas bien, siempre lo hago –
Dije desde el quicio de la puerta
- Pues estoy bien, pero si vienes estaré mejor – Dijo con
una carcajada
+ No, no podemos, como se levante mi hijo no quiero que vea
a su madre insertada por su mejor amigo – Dije mientras controlaba mi impulso
de ir y que me diera semejante cogida.
- Se buena y ven a
satisfacerme anda – me dijo en tono viril y dominante.
+ Pero no podemos hacer mucho ruido – le dije entrando en la
habitación cerrando la puerta, quitándome la ropa y metiéndome en la cama.
Él se sacó los calzones y se destapó:
- Venga ve a darle los buenos días a mi polla como se merece
– me dijo colocándose más en el centro de la cama
Me coloqué entre sus piernas, su pene aún estaba flácido, lo
agarré con mi mano, empecé a masturbarlo para que se fuera despertando,
lentamente, mi cabeza decía “rápido, tu hijo” mi deseo me decía “qué más da,
disfruta de esta bendición”. El deseo pudo a lógica así pues no dudé y empecé
a lamérsela cual perra en celo, no pudo evitar soltar un suspiro, no dejaba de
lamérsela y de metérmela casi entera en mi boca, de lamerle sus testículos,
sabia a gloria y su pene ya estaba dura como una piedra. Comencé a mamársela
cada vez más deprisa, con más fuerza, sobándole los testículos y agarrando su
verga con mis dos manos para poder chupársela mejor, rodeando su capullo con mi
lengua, deseando que me cogiera ya, mi vagina gritaba y soltaba flujos pidiendo
que fuera penetrada:
+ Gorka por dios, hazme tuya, no puedo esperar más voy a explotar –
le dije entre lamida y lamida.
- Pues venga perra, móntate sobre mi polla y disfruta del
empalamiento – me dijo entre gemidos.
No lo dudé, solté su pene y me puse de cuclillas, con mi mano
derecha guie su pene hacia la entrada de mi deseosa y chorreante vagina. De una
dejé caer mi cuerpo soltando un tremendo gemido de placer al sentir ese trozo
de carne abriéndose paso por mi vagina y rebotando contra lo más hondo de mi vagina.
Empecé a cabalgar, haciendo sentadillas, sacándola casi entera de mi vagina y
dejando caer mi peso sobre ella, pero esta vez tapándome yo misma la boca pues
no podía gemir fuerte ya que mi hijo podía oír a su madre gemir como perra,
mientras Gorka estiraba y retorcía con fuerza mis pezones dándome mucho más
placer. Dejé de cabalgar de esa manera pues las piernas me temblaban de placer,
notaba que tras orgasmo mi vagina pedía más y más, así pues, estiré mis piernas
hacia la almohada y mi cuerpo hacia atrás, haciendo pequeños círculos con mi
cadera mientras me masturbaba el clítoris. Dios que placer sentía, y el cabrón
no se venía aunque yo no quería parar pues estaba en la gloria. Cambié de
posición una especie de misionero pero yo encima. Gorka agarró mis nalgas con
fuerza y empezó a hacer fuertes penetraciones mientras nos besábamos, al menos
yo para ahogar los chillidos que iba a soltar. Empezó a darme más fuerte, más rápido,
con mucha más intensidad, hasta que paró de pronto y noté como fuertes
trallazos de semen inundaban mi vagina. Caí rendida después de bastantes
orgasmos, al sacarme el pene de Gorka y tumbarme a su lado, notaba como
nuestras corridas se juntaban en mi vagina y caían por mis muslos en forma de
hilillo, hasta que caí en la cuenta.
+ Gorka… te corriste dentro – dije con la cara pálida
- No creo que por una vez te deje preñada – respondió calmándome
+ Bueno, pero no lo hagas más, te pondrás condón – Dije pensando “debo
comprar la píldora”
- Ya iremos viendo, pero ahora sal y haznos el desayuno perra – me
dijo con autoridad
Así pues me vestí, me escurrí en el baño y fui a hacer el
desayuno, no sin antes mirar que mi hijo seguía dormido, lo cual me
tranquilizó.
Muchas gracias por leerme, espero que os guste, os leo en los comentarios.
Besos
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